Luego de recorrer muchos lugares, que podrían haber sido habitats de esta linda especie, al fin la encontré en un típico «campo cerrado» que son los asi llamados campos abiertos naturales, con suelo arenoso y sin los bosques que normalmente crecen en el norte de Paraguay.

Lamentablemente, la gran mayoría de estos campos son utilizados para pasturas de ganado y se queman todos los años para favorecer al crecimiento de los pastos artificiales. Estos son peores que los quemazones, porque cubren totalmente la superficie y «ahogan» cualquier crecimiento de la flora natural del lugar.

Las fotos demuestran unos ejemplares jóvenes que sobrevivieron a las devastaciones, quizas sean los últimos!

Por suerte logramos producir semillas y hacer reproducciones de esta especie, por lo que parece estar asegurada, al menos en cultivo.